sábado, 31 de diciembre de 2011

Siempre es posible.

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Hace cuarenta y siete años llegue a la ciudad de Barcelona procedente de Lausanne. Una de las cosas que más me llamó la atención fueron sus fuentes públicas, aquellas en las que sus ciudadanos calmaban su sed. Todas ellas adornadas con diferentes esculturas alegóricas. Siempre tuve el deseo de hacer un libro con las fotos de las fuentes y descubrir su historia.

El tiempo pasa tan deprisa, que estoy jubilado y el libro ya se ha escrito “Barcelona Art i Aigua. Fonts Públicas i Ornamentals”. No obstante, las ilusiones como los sueños, siempre son posibles.

Hoy, casi medio siglo de mí llegada a Barcelona, por fin, me he regalado una cámara y a pesar de un pulso no muy firme —a decir verdad nunca lo tuve— me dispongo, a través de ella, descubrir de nuevo la ciudad que me acogió.